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Gabriel Enrique González Videla (La Serena, 22 de noviembre de 1898-Santiago, 22 de agosto de 1980) fue un abogado, diplomático y político chileno, uno de los más importantes líderes del Partido Radical (PR) durante la primera mitad del siglo XX, al haberlo dirigido en 1932 y más tarde en 1938.[2] Fue diputado en tres periodos no consecutivos, entre 1930 y 1939.[2] Durante su gestión parlamentaria presidió la Cámara de Diputados entre enero y julio de 1933, para luego desempeñarse como senador entre los años 1945 y 1946,[2] y finalmente como presidente de la República.[2] Luego de haber sido el candidato de la Alianza Democrática, formada por radicales, comunistas y democráticos. Tras obtener una mayoría relativa, con el 40 % de los votos, y ser ratificado por el Congreso pleno, González Videla fue investido como presidente para el período entre 1946 y 1952. Diplomáticamente sirvió como embajador de Chile en Francia, Luxemburgo, Bélgica, Portugal y Brasil.[2]
Su gobierno destacó por iniciativas de desarrollo económico y la creación de empresas estatales como la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) y la Siderúrgica Huachipato (CAP). Promovió el desarrollo de la provincia de Coquimbo a través del «Plan Serena» en el cual invirtió grandes sumas de dinero para remodelar arquitectónicamente, su ciudad natal y, fue el primer jefe de Estado en visitar la Antártida, como parte de su iniciativa para asegurar los derechos reclamados por Chile sobre dicho continente. Durante su administración, además, se otorgó plenos derechos políticos a la mujer y nombró a la primera ministra de Estado de Chile y de América Latina, Adriana Olguín (en la cartera de Justicia).[3]
A nivel político, su gobierno quedó enmarcado por el inicio de la Guerra Fría en el contexto internacional. Pese a que los comunistas lo apoyaron en su candidatura, la presión estadounidense y los conflictos que mantuvieron con el presidente una vez asumido motivaron al gobierno a promulgar la «Ley de Defensa Permanente de la Democracia» en 1948. La llamada Ley Maldita proscribió al Partido Comunista (PC) e inició una persecución de sus militantes, muchos de los cuales debieron exiliarse como el poeta Pablo Neruda.[3] Poco después, en octubre, el gobierno logró desbaratar el llamado «complot de las patitas de chancho», organizado por miembros del Ejército y la Aviación para elevar al poder a Carlos Ibáñez del Campo.[3]
A su vez, su ministro de Hacienda Jorge Alessandri Rodríguez, no sólo logró detener la inflación que venía aumentando desde hacía una década, sino que consiguió obtener un superávit fiscal.[3] Sin embargo, la restrictiva política de gasto fiscal provocó en enero de 1950 el paro de los empleados de varios servicios públicos (electricidad, teléfonos y ferrocarriles), lo que provocó la caída de todos los ministros. El nuevo gabinete de "Sensibilidad Social" no contó con mayoría en el Congreso Nacional, lo que debilitó considerablemente al presidente en sus últimos años de gobierno y dio término a la llamada "era radical", iniciada en 1936 por el presidente Pedro Aguirre Cerda.[3]